Esta tecnología láser emite pulsos ultracortos que fragmentan el pigmento del tatuaje en partículas más pequeñas de manera precisa y que pueden ser fácilmente eliminadas por el organismo. Esta tecnología se basa en el control preciso del pulso del láser en lapsos muy cortos de tiempo, lo que la hacen muy segura y eficaz.

En la mayoría de los casos la piel queda intacta. Pero es importante utilizar una crema posterior a cada sesión  y no exponer el área en tratamiento al sol. También debes saber que si tiendes a cicatrizar queloide (que tus heridas cicatrizan dejando la zona más elevada y rojiza) puede existir cierto riesgo de cicatriz.

El tratamiento es muy rápido y preciso, así que podrás sentir una pequeña molestia, pero muy soportable. Dependerá de cada tipo de piel y la tolerancia o sensibilidad al dolor de cada persona, pero si existiese alguna molestia, suele ser muy leve y muy corta.

Todo depende del tipo de tinta, calidad, color, tamaño, y profundidad del tatuaje. Normalmente en tatuajes de tinta negra son de 4 a 6 sesiones y en tatuajes con color de 8 a 12 sesiones aproximadamente.

60 días como mínimo para comprobar que no hay alergia al pigmento tatuado y que la piel esté totalmente regenerada.

Sí se puede realizar el tratamiento cualquier época del año. Pero hay que tener en cuenta que la zona del tatuaje no podrá exponerse al sol mientras dure el tratamiento. Tampoco es recomendable iniciar el tratamiento si la piel está bronceada y menos aún enrojecida.

Siempre es importante hacer la consulta con tu médico, especialmente si traes una condición de salud especial como enfermedades crónicas, si estás en un tratamiento con anticoagulantes o tomas ciertos medicamentos, o si en la zona donde está el tatuaje a borrar tiene prótesis, rellenos, o algún tratamiento estético.